¿Quiénes somos?
Granja Catalana
Fue Antoni Camps Poch quien, en la década de los 40 del siglo XX, inició el negocio en una antigua lechería de Barcelona que ya no existe. Fue una época difícil marcada por la dureza de la posguerra. Antoni Camps compraba la leche fresca en granjas del Vallès Oriental y la hacía transportar directamente hasta la barcelonesa estación del Norte. De la vaca al consumidor.
Antonio era hijo de Cubells, un pequeño pueblo leridano donde aprendió el oficio de ganadero desde joven. Desavenencias políticas -llegó a ser alcalde del pueblo durante la Guerra Civil- y ganas de ampliar horizontes le llevaron a dar el salto a la gran ciudad. De aquel primer establecimiento en el que inició el negocio, llamado Granja Martona, pasó a la Granja Campos de la Rambla de Cataluña. Era en 1945. Aquí fue donde empezó a vender la leche en botellas de un litro, un formato más cómodo y accesible para los clientes.
En un primer momento, la venta se limitaba a la leche entera, a 3 pesetas el litro, y la desnatada, a 1,70 pesetas. Poco después, la gama de productos se amplió con la mantequilla y la nata fresca. La hija de Antonio, Maria Camps Castells, comenzó a trabajar en el negocio familiar. Ella había nacido en 1934 y de joven empezó a trabajar de forma esporádica en el establecimiento de la Rambla de Cataluña nº 113. Una vez se casó, ya se incorporó de manera más estable. Abrían todos los días del año menos el de Navidad. La tenacidad y la dedicación les permitieron convertir el negocio, que hasta entonces era llevado exclusivamente por la familia, en una pequeña empresa con empleados. Corrían los años 70 y comenzaba la Transición.
En aquel entrañable establecimiento de la señorial Rambla de Cataluña, María atendió clientes como el pintor Antoni Tàpies, el tenor Josep Carreras, el publicista Lluís Bassat o el político Jorge Fernández Díaz, entre otras personalidades relevantes de la sociedad catalana. Pronto, la granja se convirtió en todo un referente en la Ciudad Condal.
La actual "Granja Catalana" de la plaza de la Bonanova es un lugar muy popular entre los vecinos del barrio. Por eso la sucesora de María, su hija Mireia Olius Camps, ha decidido perpetuar la tradición comenzada por su abuelo y continuada por su madre, conservando los sabores tradicionales.